Ningún pueblo sería nunca otra cosa que lo que la naturaleza de su gobierno le hiciese ser. Jean Jacques Rousseau
La afirmación que aparece en el epígrafe, representa un punto de luz contra aquella del conde francés Josehp de Maistre que aseguraba: “todo pueblo tiene al gobernante que se merece”. Ambas, me llevaron a repensar el caso del Perú, ad portas de un posible proceso electoral adelantado para el 2020, por un presidente que dicho sea de paso no sabe cómo gobernar.
La primera pregunta que vino a mi mente fue; ¿Por qué elegimos tan mal? ¿Por qué pareciese que siempre estamos destinados a equivocarnos, a tirar por la borda cualquier boom económico? En nuestro caso, siempre escucho repetir la frase de Maistre ante cada barbaridad electiva. Sin embargo, ¿Somos los peruanos merecedores de tanta incapacidad en el Ejecutivo? ¿De dónde salen esos personajes que se postulan? Pues del tan mentado pueblo, palabra mágica y con olor a dinamita para algunos políticos de izquierda.
Aclaremos un poco el panorama, con más preguntas fundamentales: ¿Por qué el pueblo es como es?, y ¿a qué se debe que sea así y no de otro modo? Pues bien, la respuesta es simple y se basa en la frase de Rousseau. El pueblo peruano es producto de centurias de gobiernos pésimos, es la hechura de un proceso que la fatalidad histórica determinó: La conquista, y del cual aún no se recupera, aunque suene a cliché.
Los Virreyes no pretendían “gobernar” para crear un país, es decir dotarlo de poder para sí. Todo su accionar sólo era una función mediadora para el beneficio de España. Situación que empeora con la aplicación de las reformas borbónicas que prohibieron la creación de industrias y condenaron al país a ser proveedor de materias primas. Demás está decir que en esa época, la mayor parte de la población no tenía rango de ciudadanos.
Con la llegada de la “independencia”, así entre comillas, dicha situación no mejoró. Representó un cambio de cúpula, de elite, de chapetones a criollos, que tampoco hicieron nada por integrar, amalgamar una nación para TODOS.
La república fue una larga sucesión de dictaduras militares, donde los caudillos peleaban entre sí por el poder, para ellos y su entorno. En los últimos 36 años democráticos, a pesar de la interrupción dictatorial de Alberto Fujimori, la democracia ha tratado de subsanar, de algún modo, fallas históricas que han devenido en problemas estructurales, como son la educación, que es un negociado, la salud que no llega a la población en su conjunto, y la carencia de trabajo digno, más allá del “emprendimiento”, es decir con sindicatos que velen por el cumplimiento de los derechos del trabajador.
Sin embargo, existen visiones positivas. Revisando una encuesta realizada por el INEI en el año 2011, descubrí que la población comprendida entre los 15 y 29 años pensaba que para el año 2021:
[…] el Perú será un país con mayores oportunidades (37,7%), en segundo lugar manifiestan que será un país desarrollado (29,4%) y seguido de un país de emprendedores (21,8%).[1]
Han pasado 8 años. ¿Los entrevistados seguirán pensando lo mismo? Al menos la encuesta mostraba que la apertura hacia un mañana mejor existía en el inconsciente de los jóvenes. Sin embargo cabe preguntarse ¿por qué esto ha de ser así?, más allá de las buenas intenciones.
Es decir, no se trata sólo de anhelos y participación, que es obviamente fundamental, sino de ¿quiénes participan?, ¿con qué preparación cuentan? Y algo que casi ninguna encuesta visualiza ¿Qué formación en valores tienen? Es decir ¿para qué quieren llegar al cargo?
Los jóvenes son la “esperanza” si es que NO van a replicar los modelos de sus antecesores mayores, la cuestión es ¿cómo internalizarles el sentido del cambio necesario? Debemos retornar a las bases. Sólo la educación, pero una real, desde los cimientos, podrá formar ciudadanos de verdad. Esta debe estar ligada a la solución de los otros problemas ya mencionados como son la salud y la alimentación.
En este sentido “formativo” de la educación una cita de Hugo Neira, tomada de su libro ¿Qué es Nación?:
La libertad individual funda la libertad ciudadana y republicana. Formar individuos pasa por las aulas. El ideal de una sociedad formada por las aulas había sido el sueño de socialistas como Proudhon, Víctor Considérant –el ideólogo que ignoramos de Flora Tristán- y antes que ellos de los sansimonianos como Enfantin Chevallier. Es una preocupación y una acción que recorre el siglo XIX francés por entero, la instrucción pública. Fuente de libertad, de promoción social y de igualdad de oportunidades, así es como la concibieron. [2]
Entonces, si el pueblo es hechura de sus gobernantes, mediante la instrucción pública entre otros servicios básicos que son, y han sido, un desastre, por eso tenemos el país que tenemos. Esto genera un feedback desastroso que debe ser roto, para no caer en dilemas como el del huevo y la gallina. O terminar preguntándonos ¿por qué tenemos candidatos como los que tendremos, que son en definitiva, muchos de ellos, “hijos del pueblo”?
[1] INEI, Primera Encuesta Nacional de la Juventud Peruana – 2011. Primeros Resultados. P. 53.
[2] NEIRA Hugo, ¿Qué es Nación?, Lima 2013. P. 93.