Sobre el polémico “arte médico” en el Código de EyD del Colegio Médico del Perú.
Por: Carlos Alva Díaz
Neurólogo, epidemiólogo e investigador
Por arte se entiende, principalmente y según la RAE, a la “manifestación de la actividad humana mediante la cual se interpreta lo real o se plasma lo imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros”. Sin embargo, en su primera acepción, también, denota la “capacidad, habilidad para hacer algo”. Es en esta última acepción, y por tradición, que el acto médico se incluye como una forma de arte. Sin embargo, la discusión sobre el término “arte médico” ha traspasado los ambientes propios del mundo de la medicina y ya es un tema de discusión social cuyas controversias deberían ser tomadas en cuenta para plantear una solución, más aún en tiempos donde la pandemia a hecho notar las debilidades y precariedades de nuestro sistema de salud y donde el acto médico, calificado como heroico, muchas veces, también, ha sumado errores, por acción u omisión.
En el acto médico, el médico decide y en esta decisión utiliza información, que ha adquirido por diferentes medios: a través del estudio durante toda su carrera, en las discusiones que suele sostener con sus pares o a través de la experiencia propia adquirida al tratar a sus pacientes. Es esta decisión la que se conoce como opinión de experto (OE), que algunas veces se manifiesta en el acto mismo de tratar a un determinado paciente y otras cuando el experto es consultado sobre determinada enfermedad en ambientes académicos o cívicos (prensa, redes sociales, etc.).
La evidencia científica, así, es la información que se obtiene mediante los procesos de investigación y que se comparten en la comunidad científica a través de publicaciones. Esta evidencia científica es de diferente tipo de acuerdo a la pregunta que quiera resolver, si es sobre uso de medicamentos se llaman ensayos clínicos, si es sobre diagnósticos serán los test diagnósticos, si es sobre causas de enfermedad, estudios etiológicos, estos últimos llamados observacionales, entre otros tipos de investigación.
Antiguamente se afirmaba que estos tipos de estudios se podrían colocar en una pirámide jerárquica de niveles, donde los ensayos clínicos y sus revisiones sistemáticas estaban en la cúspide, por debajo de la cual se ubicaban los estudios observacionales y en la base la OE. Sin embargo, actualmente, se ha superado esta visión jerárquica y, además, no se reconoce a la OE como un tipo de evidencia científica. La OE resulta ser, entonces, un tipo de decisión o dictamen sobre un determinado problema de salud o el conocimiento que se tiene sobre el mismo, que podría o no basarse en información científica.
EL enfoque conocido como Medicina Basada en Evidencia (MBE), vigente en todo el mundo, actualmente se diferencia la OE de la evidencia de experto, siendo esta última la información generada luego de la aplicación de técnicas de investigación científica, principalmente, entrevistas semiestructuradas o cuestionarios a expertos sobre un problema de salud, para escenarios en los cuales no se cuente con resultados de estudios experimentales u observacionales. Por tanto, ya se ha dejado de considerar a la OE como un tipo o nivel de evidencia científica. Sin embargo, la MBE reconoce que cuando se toman decisiones estas deben realizarse utilizando: 1) la mejor evidencia científica disponible para la situación a resolver, 2) la experticia del médico en cuanto al problema, esto es su especialización y 3) los valores y preferencias de los pacientes.
Por lo tanto, la OE en medicina, en cuanto a decisión o conocimiento, debe estar debidamente basada en evidencias científicas, es decir en información comprobada mediante la investigación científica. Además, es una obligación de las instituciones sociales, como los ministerios o colegios profesionales, y un derecho ciudadano, el exigir que los médicos tomen sus decisiones basadas en las mejores evidencias científicas disponibles, y superen de una buena vez, términos ambivalentes o concepciones arcaicas que sólo sirven de vehículos para dejar pasar terapias pseudocientíficas o anacrónicas.