LA LECCIÓN DE CHILE

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Por: Abraham Rivas Lombardi 

En 1968 un cadáver político como Richard Nixon apeló a la “mayoría silenciosa” de los votantes estadounidenses y ganó estrechamente las elecciones. Aquella “mayoría silenciosa” integrada por los grupos sociales que no exteriorizaron su oposición a la guerra de Vietnam, acompañaría luego al nuevo presidente en su primer período y le otorgaría una sólida reelección en 1972 (61% de los votos); hasta que Nixon echó todo por la borda con la chapucería del Watergate. Algo parecido, pero a la inversa, ocurrió en Chile en el plebiscito del pasado 04 de Setiembre de 2022, cuando el variopinto conglomerado de izquierdas encabezado por el presidente Boric y sus adláteres, pretendieron imponer al pueblo chileno un modelo de sociedad fragmentada, con las agendas sectarias liquidando los consensos y donde la “mayoría silenciosa” les pegó un varapalo histórico al rechazar el proyecto de Constitución con casi el 62% del voto obligatorio del electorado, con un altísimo 85% de concurrencia.

Lo ocurrido en Chile arroja algunas lecciones para nuestro país, donde políticos de izquierda inescrupulosos o anclados en El Manifiesto Comunista pretenden canalizar nuestras carencias y frustraciones, consecuencia de los yerros del modelo económico y la pandemia del coronavirus, hacia una nueva Constitución que cancele la democracia representativa, elimine la libertad de expresión y la libre elección, minimice la inversión privada, establezca un rígido control sobre las actividades económicas y acose a la oposición; tal y como viene sucediendo en Venezuela y Nicaragua.

Para nuestro país es muy importante tener en claro cómo se gestó este “momento constituyente” en Chile y los hitos que los condujeron al 04 de Setiembre pasado. Durante la crisis política que sacudió el país sureño en Octubre de 2019, publicamos dos artículos denominados “Si vas para Chile”[1]  donde señalamos que: por casi dos generaciones Chile disfrutó de una estabilidad económica muy estimable, traducida en cifras expectantes y una expansión del consumo que más bien escondía una peligrosa realidad: el país había caído en la trampa del ingreso medio. El tamaño de la economía chilena y el propio modelo no podían impulsar al país al siguiente nivel socioeconómico y, por el contrario, hicieron crónico un escenario de alto costo de vida, endeudamiento personal, atraso salarial y consecuente ampliación de la desigualdad (…) Las protestas que comenzaron el 14 de Octubre revelaron tanto el hartazgo de la gente por las condiciones imperantes, como su rechazo a la indiferencia de la élite política de izquierda y derecha…”

El presidente Piñera y su coalición política intimidados por la crisis echaron mano de la salida constituyente y dieron gusto a los revoltosos anunciando una “Convención Constitucional” que redactaría una nueva Carta Magna para reemplazar la aprobada en el Plebiscito de 1980, en plena dictadura pinochetista. Primer problema, la denostada Constitución de 1980 ya había sufrido hasta Abril de 2022 sesenta (60) modificaciones durante los gobiernos de la Concertación (PDC-PS-PPD, etc.) y de la derecha – así como por el actual régimen – entre 1990 y 2022; vale decir que fue frecuentemente renovada por los gobiernos constitucionales, viabilizando pacíficamente el tránsito de la dictadura a la democracia.

No obstante, los irresolutos ejes de salud-educación y propiedad, dieron argumentos a aquellos – como la élite intelectual más joven – que clamaban por una nueva Constitución como panacea para corregir las desigualdades, desestimando los avances sociales y políticos obtenidos bajo la reformada Carta Magna de 1980. Como era la “Constitución de Pinochet” había que cambiarla. Aquí la historia torna de drama a tragicomedia.

En el plebiscito de entrada del 25 de Noviembre de 2020 para decidir si se debía elaborar una nueva Constitución, concurrieron a votar el 50.95% de los electores, de los cuales sufragaron a favor de la propuesta el 78.28%, o sea el 39.67% del padrón general. A su turno, en las elecciones convencionales del 15/16 de Mayo de 2021, la participación fue aún menor, pues solo concurrieron el 41.51% de electores. La “mayoría silenciosa” empezaba a manifestarse. En ambos procesos el voto era facultativo.

Aunque la derecha agrupada en la coalición “Vamos por Chile” alcanzó la primera minoría con 37 de 154 escaños (20.56%), fueron los grupos de izquierda (Apruebo Dignidad, Lista del Pueblo, Lista del Apruebo y otros) los que controlaron la mayoría y, por ende, la agenda y las ponencias de la nueva carta política. La paridad obligatoria y los 17 escaños para los pueblos originarios aportaron lo suyo.

Relatan los que siguieron cercanamente el proceso constituyente que la variopinta, agitada y bisoña Convención Constitucional, liquidó aceleradamente su capital político con una serie de acciones y propuestas a nivel de Comisiones (plurinacionalidad, justicia fraccionada, debilitamiento de la presidencia y del Estado unitario, aborto cuasi libre, entre otros) que aterraron a una sociedad como la chilena, adulta y moderada, que aun cuando era proclive al cambio de Constitución, no iba a tolerar los exabruptos de una minoría de novatos que habían irrumpido en la política con sus agendas particulares, aupados en la ola constituyente. La “mayoría silenciosa” volvía a manifestarse.

Es importante destacar que si bien hasta Marzo de 2022, todas las encuestas anunciaban una victoria del sí (Apruebo), la llegada al poder de Gabriel Boric y su inmediata identificación con el proyecto constitucional, convirtió el plebiscito del 04 de Setiembre de 2022 en un referéndum sobre el nuevo gobierno. Como Boric y sus inexpertos colaboradores erraron desde el principio y dilapidaron su aceptación ciudadana cayendo debajo del 38%[2] para fines de Agosto, el cambio del sentido de las encuestas anunciaban una estrecha pero sólida victoria del no (Rechazo).

El 04 de Setiembre de 2022 – aniversario de las elecciones de 1970 donde Salvador Allende obtuvo la primera minoría – fecha exprofesamente escogida por la izquierda para ser el punto de partida de la gran refundación de Chile con la aprobación de su Constitución para el siglo XXI, la “mayoría silenciosa” quiso lo contrario y rechazó categóricamente el texto constitucional por una diferencia de casi el 24% del electorado (61.89% contra 38.11%). La volátil combinación del discutido proyecto y la impopularidad de Boric alimentaron ostensiblemente las fuerzas del rechazo y dejaron a Chile en la inédita situación de regresar al punto de partida de la redacción de un nuevo texto constitucional, que esta vez sí debería responder a lo que anhela la “mayoría silenciosa”.

[1] “Si vas para Chile…” publicado el 28 de Noviembre de 2019 y “Si vas para Chile… (2)” publicado el 06 de Diciembre de 2019.

[2] Fuente: CRITERIA 37% (26-28 Agosto), ACTIVA 30.3% (24-28 Agosto) y CADEM 37% (17-19 Agosto).

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Redacción

Equipo redactor de Valor.Pe