Por: Alexis Castro Ocampo (Abogado)
No creo que sea sano seguir pensando en el paradigma del neoliberalismo como solución para este planeta.
En si los virus y bacterias no son malos, simplemente son formas de vida que amenazan la prolongación de la especie humana, por eso están catalogados como enfermedades.
En ese sentido, si existe una enfermedad que ha puesto en riesgo real a la especie humana, ese es el neoliberalismo.
Podemos decir que es la más riesgosa porque es una enfermedad autoinmune, ya que en vez de lograr una sociedad que tenga garantizadas las necesidades colectivas, en nombre del lucro privatizó hasta el aire, dejando a la deriva a millones de personas.
Lógicamente, el lucro y la ganancia justificaron muchas formas de adquirir bienes, sea de manera legal o ilegal, en todo caso el liberalismo económico lo permite y peor si se contemporalizo con el “neo” que es la negación absoluta del bienestar colectivo.
Ahora, al ser una enfermedad autoinmune, permitió que la salud, la educación, los servicios esenciales sean un negocio y no una responsabilidad colectiva, en consecuencia, ha expuesto a la deriva el enfrentamiento colectivo de cualquier amenaza a la especie humana, no es de su interés hacerse cargo de lo que este fuera del lucro que los excita.
No tengo mejor ejemplo que los EEUU para comprobar la autoinmunidad congénita con la que nació el neoliberalismo, estamos ante el catastrófico desenlace de como nuestra impotencia será testigo de la “peste en el país estrellas” que arrasará con muchas vidas por falta de políticas sociales, haciendo presa fácil a un estado que no tiene como enfrentarlas.
¿”El ataque de un gato a un elefante”?
Esta frase resume los buenos deseos de querer seguir manteniendo los privilegios de los beneficiarios del neoliberalismo: banqueros, negocios e industrias, que pusieron las condiciones a cuestas para los trabajadores en pro de seguir acumulando capital sin importar la precarización laboral, ahora estos vectores de la autoinmunidad se ven en condiciones que, a los menos en el papel y en este momento, los pone en la ruina.
Durante años, los pobres solicitaron la solidaridad de los ricos: hambrunas en África, Asia, América.
Muchos de ellos murieron por inanición o por no poder enfrentar enfermedades tan simples como una bronquitis o infecciones intestinales, y no lo pudieron enfrentar porque el sueldo no les permitía ni siquiera poder adquirir una pastilla de sulfa o algún derivado de la penicilina que los cure.
¿Que hicieron los ricos?
Aprovecharon el estado de necesidad de millones de personas, pagaron salarios bajísimos, recortaron el derecho a la salud, vacaciones y por último suprimieron la estabilidad laboral.
Equiparemos las solidaridades, para saber ¿Quién fue más leal? ¿El que con su trabajo hizo la fortuna del rico, o el que siendo rico precarizo a su trabajador?
Decir que “es un gato el que ataca al elefante” me parece muy amable. Solamente ayer, EEUU registro 4,482 muertos por COVID19 hasta el 31 de marzo de 2020, los gobiernos autónomos de los estados federados entraron en pánico, se pelean por equipos médicos y su presidente comenzó a responsabilizar hasta al innombrable de maduro por lo que no pueden contener.
Es un ratón (COVID19) y la autoinmunidad de la economía neoliberal los que harán crisis, sería más realista describir el catastrófico panorama que se les presenta.
Por otra parte, la pandemia visibilizo los aportes del socialismo a la humanidad (si, aportes, porque Hollywood se encargó de invisibilizarlos y señalar como malos a todos los que no adquirían al autoinmune neoliberalismo).
Salud Universal, seguridad alimentaria, vivienda y servicios básicos, no son negociables, son derechos de la humanidad imprescindibles y de obligación de los estados para con sus ciudadanos, no pueden ser susceptibles de privatización.
Veremos el desenlace de “El Verano del COVID19”, una película de bajo presupuesto, pero que impactará a millones.