EL QUE PRIMERO SE TOMABA LA FOTO… GANABA

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Por: Abraham Rivas Lombardi

Diestro en las argucias políticas, el pícaro ex vicepresidente español Alfonso Guerra acuñó la célebre frase “el que se mueve no sale en la foto”, para graficar la sutileza de los desenlaces políticos, donde los pequeños detalles pueden definir una controversia mayúscula. A las 17:45 horas del 30 de Setiembre de 2019, Martín Vizcarra disolvió el Congreso arguyendo la írrita “denegatoria fáctica” de la segunda cuestión de confianza entonces presentada por su primer ministro – y secuaz – Salvador Del Solar. En medio de la batahola posterior al anuncio presidencial y cuando el disuelto Congreso maniobraba para revertir su eliminación, Vizcarra apareció sonriente en una foto con el presidente del Comando Conjunto y los comandantes generales de las Fuerzas Armadas, en visible manifestación de apoyo de los institutos armados que consumó la arbitraria disolución.[1]

Poco más de tres años después de la aventura vizcarrista, este 07 de Diciembre de 2022 a las 11:42 horas, el presidente Pedro Castillo Terrones intentó neciamente replicar el autogolpe fujimorista de 1992[2], anunció un “gobierno de Excepción”, disolvió el Congreso de la República, dispuso la “reorganización” de las instituciones constitucionales Poder Judicial, Ministerio Público, Junta Nacional de Justicia y Tribunal Constitucional, así como otras medidas arbitrarias que rompían el orden constitucional, violando el Estado de Derecho y que lo convertían de facto en un dictador, similar al vilipendiado Fujimori, caballito de batalla de las izquierdas peruanas durante treinta años.

Sin embargo, Castillo no pudo tomarse la foto que consumara su golpe de Estado y a las 13:42 horas estaba detenido en la Prefectura de Lima, luego de su frustrado escape a la Embajada de México. El Congreso, amenazado de muerte, lo vacó a las 13:49 horas, con el voto conforme de 102 parlamentarios[3].

El detonante que precipitó esta insólita “huida hacia adelante” adoptada por el presidente, deberá ser explicado por el propio Castillo y por su círculo más cercano (Torres, Chávez, Mendieta, Bermejo, Noblecilla y otros pelajes), en el marco de la investigación y proceso penal consecuente. La violación del orden constitucional no puede quedar impune, si el Perú hubiera tomado cuentas a los golpistas de 1962 o 1968, tal vez no habría sucedido lo de 1992 o 2019.

Empero, algunas interrogantes subsisten: ¿Había votos suficientes para la vacancia que se votaría el mismo 07 a las 15:00 horas? ¿Qué nuevas revelaciones sobre los actos de corrupción del presidente Castillo, su familia y sus secuaces, terminarían por demoler las líneas de defensa del mandatario? ¿Nadie se tomó el trabajo de asegurar el respaldo de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional a la decisión presidencial?

Algunas respuestas. No había votos para la vacancia, el oficialista diario “La República” señaló que en la votación post-golpe de Estado, las fuerzas pro-vacancia lograron 86 votos, uno menos que el necesario para vacar a Castillo. Fueron los votos de 16 congresistas afines al gobierno los que permitieron la vacancia. El riesgo de perder su atractivo sueldo mensual y prebendas decantó a esos parlamentarios. “Poderoso caballero es don dinero”.

Sobre las evidencias de corrupción del cogollo castillista, era evidente que el círculo se estaba cerrando en torno al presidente. Las primeras denuncias verbales empezaban a corroborarse con confesiones u otros testimonios y también con evidencia documentaria que haría insostenible la posición de Castillo. Sus hombres más cercanos (Pacheco, Camacho, Marrufo, Hernández, Vásquez, entre otros) iban confirmando escalonadamente la corrupción del mandatario y su entorno. En esta línea, el Congreso ya tenía un plan B en caso no procediera la moción de vacancia: la suspensión en el ejercicio de la presidencia.

Indubitablemente, que la reacción del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas y de la PNP de mantenerse leales al orden constitucional y declarar su no acatamiento a la decisión de Castillo, desbarataron el intento golpista y aun cuando el Comunicado N° 001-2022-CCFFAA-PNP se publicó a las 13:32 horas, para dicho momento ya era público que el presidente no contaba con el apoyo militar-policial, hecho que lo obligó a abandonar Palacio de Gobierno. Aquí, la pregunta sigue sin respuesta: ¿Nadie habló con los militares? ¿Ministro Bobbio?

El 07 de Diciembre de 2022, el señor Castillo no tuvo su Hermoza Ríos[4] o a los generales de Setiembre de 2019, por eso no pudo tomarse la foto. La foto se la tomaron los comandantes generales en el Congreso de la República.

[1] En el artículo titulado “DISOLVER CONSTITUCIONALMENTE…” publicado en este portal el 12 de Octubre de 2020, al conmemorarse un año del golpe de Martín Vizcarra, pudimos analizar la inconstitucionalidad de la disolución vizcarrista y el triste papel del Tribunal Constitucional de esa época convalidando estrechamente tal atropello (4-3).

[2] En la madrugada del 05 de Abril de 1992, el entonces presidente Alberto Fujimori esgrimiendo los mismos argumentos de Pedro Castillo perpetró un autogolpe de Estado, disolvió el Congreso Nacional y los Gobiernos Regionales, dispuso la “reorganización” de los Poderes Públicos e instituciones constitucionales e instaló un “Gobierno de Emergencia y Reconstrucción Nacional”. El apoyo popular a la medida presidencial, así como el respaldo de las Fuerzas Armadas fue determinante para el éxito del golpe de Estado.

[3] Fuente: Diario  “La República”.

[4] Nicolás de Bari Hermoza Ríos, presidente del Comando Conjunto y comandante general del Ejército en el autogolpe del 05 de Abril de 1992.

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Redacción

Equipo redactor de Valor.Pe